En la ciencia médica, algo se considera “científico” cuando está respaldado por evidencia empírica publicada y revisada por la comunidad científica. La evidencia científica en medicina no son opiniones, sino datos obtenidos mediante observación, experimentación y análisis, siguiendo un método científico que otros puedan reproducir y verificar.
Un conocimiento o procedimiento se considera científicamente válido cuando:
- Está descrito en la literatura médica indexada (PubMed, Scopus…).
- Se apoya en estudios clínicos bien diseñados, no en simples observaciones.
- Ha pasado revisión por pares.
- Y, con el tiempo, demuestra consistencia en los resultados entre distintos equipos de investigación.
Decir que un fenómeno “no es ciencia” solo porque no hay consenso o porque los estudios son limitados, no es exacto. Significa, simplemente, que el conocimiento aún está en construcción. En la práctica clínica, eso no impide informar al paciente: el consentimiento informado —pilar de la autonomía del paciente— exige explicar lo que se sabe, lo que se sospecha y lo que todavía no está completamente demostrado.
Porque la ciencia no es un dogma, es una búsqueda constante de la verdad. Y en medicina, ocultar lo debatido no es proteger al paciente: es negarle el derecho a decidir con toda la información.
Los grandes avances de la historia de la medicina no nacieron del consenso, sino del cuestionamiento. La higiene de manos, la anestesia o las vacunas fueron, en su momento, teorías ridiculizadas. Por eso, cuando alguien dice que algo “no es ciencia” porque aún hay pocos estudios, en realidad está reconociendo que la ciencia sigue investigando. Y eso no es una debilidad, es su mayor fortaleza.
La ética médica nos recuerda que el conocimiento es dinámico. No se trata de imponer verdades absolutas, sino de buscar la verdad con rigor y humildad. El método científico no es un dogma, es una actitud que exige honestidad para reconocer lo que sabemos, lo que sospechamos y lo que todavía no comprendemos.
Creemos que la formación médica debe fomentar ese pensamiento crítico. Un buen profesional no es quien repite lo que dicen las guías, sino quien las entiende, las cuestiona y las aplica con criterio. La calidad asistencial nace precisamente de esa actitud: combinar conocimiento, duda y ética para seguir aprendiendo.
La medicina, como la ciencia, está siempre en movimiento. Lo que hoy se discute, mañana puede ser evidencia. Y lo que hoy parece indiscutible, puede cambiar. Lo importante es no dejar de hacerse preguntas. Porque sin preguntas no hay ciencia, y sin ciencia, no hay medicina.
Migeul angel Delgado
