En estos días de confinamientos y de normas para restringir la movilidad, es lógico que estemos preocupados por su cumplimiento.
Los periódicos no hacen más que dar cuenta de cuántas sanciones se dan cada día a peatones, a conductores, ciclistas, gente que va vestido de mascota, familias que se van a la playa, personas que se esconden en el maletero del coche, etc.
Está claro que siempre hay gente que se quiere saltar las normas y gente que todavía no es consciente de lo importante de hacerlas cumplir; y de ser cumplidas por la salud de todos.
Pero una cosa es hacer cumplir las normas y otra, la intolerancia. He vivido recientemente dos episodios que así lo muestran.
El primero no lo he vivido yo en primera persona, pero tengo que hacerme eco de ello. Me mandaron un video de un agricultor mayor, de casi 80 años, en el que relata en primera persona cómo es multado con 1.500 euros por la policía municipal. Se trata de un habitante de un pueblo de 1.000 personas de la España vaciada, al que pararon por no llevar mascarilla cuando iba a dar de comer a los animales e iba con un hijo suyo esquizofrénico. Tremendo el relato, si es real.
El segundo lo he vivido yo, en un supermercado cerca de la salida del hospital en Getafe (Madrid). El sábado pasado al salir de guardia mi compañera de trabajo me pidió que la ayudara a cargar su carro, ya que tenía que hacer la compra a su madre que estaba confinada con su padre de 80 años y con posible infección por COVID-19. Ya, de entrada, un empleado nos paró por ir detrás ayudándola alegando que éramos dos y solo se permite una persona por familia. Le explicamos que no éramos familia, pero no debió quedar convencido, ya que ayer al ir a comprar yo (mi compañera de trabajo también estaba comprando, fue incluso un poco más tarde) me obligó a salir hasta que uno de los dos termináramos. Llamó a la policía y me chillaron como si estuviera cometiendo un delito.
Obviamente, la policía se disculpó conmigo, pedí las hojas de reclamación y me fui sin comprar. Ese día y ya nunca más, volveré a ese supermercado después de llevar casi 20 años seguidos yendo.
Menos mal que nos aplauden a las ocho de la tarde todos los días.
Miguel Ángel Delagado – Director de MPG y BOARD en Cirugía