El 70% de los medicamentos evaluados por IQWIG en Alemania se han clasificado como “beneficios no probados”. El cuarenta por ciento de los 313 productos evaluados por NICE en el Reino Unido en el período 2000-2014 no se recomendaron para financiamiento [i]. Incluso en los Estados Unidos, las restricciones son cada vez más relevantes.

Atrás quedaron los años en que el desarrollo clínico de un medicamento se dirigió al objetivo de obtener una autorización de comercialización. Actualmente, la mayoría de los equipos de I + D ya saben que un producto aprobado por las agencias reguladoras, pero sin reembolso, es una falla comercial. Y este riesgo es alto. Un estudio publicado por McKinsey en 2014 mostró cómo el 66% de los medicamentos lanzados no cumplían con las expectativas de ventas expresadas por las propias compañías. De los que los conocieron, solo la mitad – 53% – continúan encontrándose con ellos solo tres años después [ii].

El objetivo de I + D ya no es desarrollar un medicamento que pueda registrarse, sino a qué pacientes tienen acceso. Es decir, que es reembolsado por los sistemas de salud públicos y privados [iii]. Para esto, es necesario demostrar el valor diferencial del producto contra los estándares de tratamiento. En otras palabras, ser capaz de capturar su valor clínico, económico o social durante el proceso de desarrollo. Y aquí es donde el rol de los equipos de Valor, Acceso y Políticas es fundamental [iv].

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Autor del artículo: Ana Céspedes, Directora del Máster en Market Access.