No hay duda de que la innovación y las nuevas tecnologías se han hecho su hueco en el sector de la salud, permitiendo que los profesionales de la cirugía puedan realizar su trabajo de forma más precisa o, incluso, llegar a realizar operaciones que anteriormente serían impensables.

La mayor innovación en este ámbito ha sido la aparición de la cirugía mínimamente invasiva, la CMI. Su introducción ha supuesto un cambio radical en la práctica quirúrgica gracias al desarrollo de múltiples tecnologías como las cámaras de alta definición, los instrumentos miniaturizados, las novedosas fuentes de energía o los sistemas de grapado, entre otros. Estos nuevos sistemas han sustituido las manos y los ojos de los cirujanos permitiéndoles acceder a partes del cuerpo humano mediante pequeñas incisiones reduciendo así los posteriores traumas quirúrgicos, las complicaciones en las heridas o el dolor y ayudando al paciente a una rápida incorporación a la vida cotidiana.

Gracias a estas tecnologías hoy en día los cirujanos tienen a su disposición una capacidad visual aumentada gracias a la visión 3D, la realidad aumentada o los filtros de luz, además de una capacidad manual más precisa y puede filtrar el movimiento hasta conseguir unas maniobras más perfectas.

Otra tendencia innovadora, y que no se debe obviar, es la que fusiona diversos avances tecnológicos bajo un concepto aún complicado por definir y que se podría denominar como Ciberterapia, un sistema mínimamente invasivo en el que las máquinas permiten al profesional sanitario acceder al paciente e integra distintos sistemas de imagen o técnicas como la endoscopia.

Los orígenes de estos procesos y de la cirugía robótica no fueron ideados realmente para buscar la seguridad del paciente, sino la seguridad del cirujano. Es decir, la conjunción del “sueño” entre médicos e ingenieros tenía como objetivo que desde un control remoto se pudieran llevar a cabo procedimientos quirúrgicos. Esta idea se hizo realidad en 2001 cuando un equipo de médicos realizó desde Nueva York (EEUU) a Estrasburgo (Francia) el primer procedimiento robótico a distancia. Dicha operación contó con un soporte tecnológico muy importante, ya que cualquier fallo o retraso en la retransmisión resultaría fatal; la operación resultó un éxito y pudieron realizar una colecistectomía en 54 minutos.

La evolución de los sistemas robóticos diseñados para el sector de la salud, trabaja actualmente en plataformas que se adapten externamente al paciente e incluso en robots que puedan navegar por el interior de la cavidad abdominal. Este sistema de mini-robots desplegados, incluso se está desarrollando para que puedan desempeñar diferentes tareas de manera sincrónica y coordinada. Aunque hay una tecnología más pequeña aún: los nano-robots, diseñados para el tratamiento selectivo de enfermedades y fabricados de forma personalizada para cada paciente localizando y atacando las células oportunas. Estos nano-robots estarían manejados con sistemas de energía basada en campos magnéticos y energía biológica, pudiendo llegar a ser sistemas de aplicación selectiva de fármacos y manipulación del DNA23-25.
Todos estos sistemas basados en robots quirúrgicos tienen un desarrollo paralelo a la cirugía guiada por la imagen, cuya principal ventaja será aportar una mayor seguridad en el desarrollo del procedimiento debido a que aportará una mayor precisión.

La computarización de los sistemas quirúrgicos puede introducir una enorme variedad de mejoras, pero siempre estarán controladas por la mente de un cirujano, que será quien tome las decisiones en cada procedimiento. Esta simbiosis de factores crea una situación novedosa que anteriormente no se daba en una operación. Por un lado, la separación entre el equipo médico y el paciente hecho que hace fundamental que exista una perfecta sintonía del equipo y, por otro lado, el cirujano experimenta la posibilidad de realizar un trabajo mucho más minucioso y exacto. Aunque el contrapunto lo pone la falta de percepción táctil, tanto visual como manual, que experimenta el profesional.

La capacitación en cirugía mínimamente invasiva requiere de entrenamiento continuo, ya que la dependencia en los sistemas artificiales de visión y la pérdida de sensación táctil dificulta el aprendizaje y la ejecución de las técnicas, especialmente en los procedimientos complejos. Aunque este aprendizaje no debe implicar no sólo al cirujano sino a anestesiólogos, enfermeras y todo el personal del quirófano.

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