Si en 2021 el informe de la Comisión Europea situaba al país por encima de la media, en el nuevo análisis cae por debajo
La salud de una nación es un reflejo de su compromiso con el bienestar de sus ciudadanos. Recientemente, España ha sido objeto de análisis por parte de la OCDE y el Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud, y los resultados arrojan luz sobre diversos aspectos que demandan nuestra atención y acción inmediata.
Uno de los datos más destacados es la inversión en productos farmacéuticos y dispositivos médicos, donde España se sitúa por debajo de la media europea. Con un 22 por ciento de inversión frente al 24 por ciento de la media europea, es evidente que se requiere un impulso en esta área para garantizar un acceso eficiente y equitativo a los tratamientos necesarios. Resulta preocupante que, mientras que la media europea ha avanzado, España ha permanecido estática en este aspecto desde 2021.
Además, el informe revela que los gastos a largo plazo en atención y prevención son bajos en comparación con el promedio europeo. Con un 9 por ciento y un 3 por ciento respectivamente, frente al 16 por ciento y 6 por ciento de Europa, es imperativo reevaluar nuestras prioridades y asignar recursos de manera estratégica para asegurar la sostenibilidad y eficacia a largo plazo de nuestro sistema de salud.
Las desigualdades en la distribución de recursos sanitarios también son motivo de preocupación. Las disparidades en el número de camas de hospital y equipo médico entre las comunidades autónomas subrayan la necesidad de una redistribución equitativa. Es alentador ver que el gobierno ha implementado el Plan de Inversión en Equipos de Alta Tecnología (Inveat) para abordar estas diferencias y mejorar el acceso a la atención médica.
El informe destaca la importancia del futuro Plan Estratégico de la Industria Farmacéutica, visto como un motor económico que puede dinamizar el sector. Este plan, centrado en investigación, producción industrial y acceso, no solo fortalecerá la posición de España en el ámbito farmacéutico, sino que también estará alineado con las estrategias europeas y respaldado por reformas legislativas nacionales.
Un área que causa especial inquietud es el consumo de antibióticos, donde España figura entre los diez países con mayores índices. La resistencia a los antimicrobianos es un problema de salud pública que debe abordarse con urgencia. Aunque se han logrado reducciones desde 2016, el consumo sigue siendo superior a la media de la UE en 2021. Esto destaca la necesidad de medidas adicionales para fomentar un uso responsable de antibióticos y combatir la resistencia bacteriana.
A pesar de tener la mayor esperanza de vida en la UE en 2022, con 83,2 años, los españoles enfrentan desafíos relacionados con enfermedades crónicas. La alta ratio médico-paciente en el Sistema Nacional de Salud (SNS) es un activo, pero también exige una gestión eficaz para asegurar una atención de calidad.
En resumen, el informe subraya la necesidad de una revisión exhaustiva de las políticas de salud en España. Es crucial que seamos proactivos en la mejora de la inversión, la equidad en la distribución de recursos, y en la implementación de medidas para abordar el consumo excesivo de antibióticos. Solo mediante un compromiso decidido y acciones concertadas podremos garantizar un sistema de salud sólido y sostenible que atienda las necesidades cambiantes de nuestra sociedad.
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