El ir a comprar ahora es una experiencia.
Algunos creen que ir a comprar es una excusa para salir, incluso para citarse con alguien. Otros ya van entendiendo que lo que hay que hacer es salir lo menos posible, por lo que hay que ir lo menos posible a la compra, ya que así hay menos posibilidades de contagio. Por otro lado, hay supermercados que imponen la norma de que no se pueda comprar más que tanta cantidad o no más de una persona por familia, se limita el horario o es preferible el pago con tarjetas; y hay alcaldes que, al contrario, imponen comprar un mínimo para no salir más de lo necesario; unos supermercados potencian la compra online y otros han quitado el servicio a domicilio.
¿Qué dice el sentido común? Pues que hay que salir lo estrictamente necesario para comprar lo fundamental y no más, ir pronto al supermercado cercano, mejor si es posible llevar mascarilla ffp2, lavarse adecuadamente las manos antes y después de hacer la compra, ponerse guantes dentro del supermercado, mejor si se usan gafas porque así es más complicado tocarse la cara con las manos, guardar distancias de seguridad, etcétera.
Con todo aprendido, luego uno va a un supermercado distinto y resulta cada uno tiene sus normas. Y, lo curioso es que las normas de protección para sus empleados son también muy dispares. Reponen mientras hay clientes, no todos llevan mascarilla y quienes lo hacen llevan la quirúrgica que no les protege a ellos. ¿Alguien les ha enseñado para qué sirve esto?
Y luego ¿qué compra la gente?
Los primeros días veías a la gente con compras gigantes de papel higiénico. Es más, vi a una señora preguntar a un encargado de tienda a qué hora llegaba el pallet de papel higiénico para hacer cola. ¡Tremendo! Eso es tener miedo a qué pasará si me falta lo que otros tienen, un tipo de comportamiento gregario. Los momentos de estrés hacen que una compra tenga un componente más emocional que racional; cuando en una situación normal lo que hay es un equilibrio entre ambos elementos. Es muy llamativo el espectacular salto que han experimentado las aceitunas (+93,82%), las patatas fritas (+87,13%), el chocolate (+79,04%), el helado (+76,19%), las anchoas (+60%) o la harina (196%). Y las bodegas están vendiendo vino en cifras de navidad.
¿Por qué? No se comen filetes sino azúcar o grasas cuando uno tiene estrés. Necesitamos un premio como el chocolate, las golosinas o unas simples cervezas. Esto refleja el poder de darnos recompensas y caprichos en estos tiempos. “Yo también quedo con mis amigas por Skype para tomar unos vinos”.
Y como regla general, ¿qué debemos comprar?
Tenemos que tener la lista bien hecha y pensar dónde están las cosas previamente para guardar distancia con las demás personas. Y qué compramos: congelados. Pero, también se puede comprar alimentos frescos que duren tiempo como patatas, zanahorias, cebollas, apio, manzanas o naranjas.
Y no te olvides que la cajera también esta estresada. ¡Posiblemente más que tú! Se amable con ella y guarda la distancia de seguridad. Al volver a casa no hace falta que laves los recipientes, lávate las manos, si quieres lava las bolsas con la que has traído la compra y no laves la fruta ni la verdura con jabón, solo con agua.
Miguel Ángel Delagado – Director de MPG y BOARD en Cirugía