Esta pandemia, sin darnos cuenta, nos está cambiando a todos poco a poco.

Pero, si te fijas, estos cambios siguen un patrón similar: la dependencia de la tecnología. Y, aunque ahora algunos abogan por “fabricar respiradores nacionales” o “hacer mascarillas en cada pueblo”, cada vez dependemos más de todo el mundo. ¡No olvidemos que el virus es global y algunos quieren responder localmente!

La situación actual está estresando la capacidad de las redes en España dado el aumento del tráfico por encima del 40%; el aumento del 50% en el uso de las llamadas de voz y el 25% del tráfico de datos en el móvil. En Movistar+ el uso de contenidos creció un 47%, y ni que decir tiene de Netflix, HBO u otras plataformas. Durante el encierro los niños están siguiendo las clases a distancia por ordenador o chatean con sus amigos con el móvil y los abuelos, a los que se les tiene como “apestados” para no contaminarlos, se han familiarizado con Skype, WhatsApp o FaceTime. Hasta millones de fanáticos del deporte se han empezado a aficionar a las competiciones de deportes electrónicos. Y para pedir la compra, por internet cómo no.

¿Cuántos negocios pequeños desaparecerán o, al revés, se potenciarán? ¿Se mantendrán las grandes superficies comerciales o la gente tendrá miedo de ir?

Para trabajar, teletrabajo.  ¿Seguiremos teniendo que ir a la oficina? Miren, yo soy cirujano y como estos días hemos pasado consulta por teléfono nos hemos dado cuenta de que más del 60% de las consultas se pueden hacer por esta vía. Entonces, ¿qué pasará con otras especialidades, digamos, menos manuales? ¿Y con otras profesiones?

Para estudiar, por e-learning. ¿Cuántas clases presenciales van a desaparecer? ¿Va a cambiar la metodología docente?  ¿Cuántas universidades van a tener que cerrar esas inmensas aulas, instalaciones o lagos? ¿Seguiremos teniendo el mismo tipo de clase, donde el profesor da una clase magistral?

¿Seguirá habiendo grandes aglomeraciones? Al tener la gente miedo, ¿seguirán convocándose manifestaciones o Congresos a los que asisten 1.000 personas? ¿O iremos a reuniones más pequeñas, con gente más controlada? No se olviden que vamos a estar todos controlados con biomarcadores para saber si estamos infectados.

Nuestros mayores que, no sé si dan cuenta, son los que han creado este nivel de bienestar; quienes en la última crisis cargaron con nuestros hijos y nuestras cuentas, y ahora se les ha postergado en recursos. ¿Seguirá habiendo el mismo concepto de residencia? ¿El mismo concepto de persona mayor? ¿La misma ética con ellos?  

Para tener ocio, ¿seguiremos con la misma vida? ¿Acudiremos al gimnasio o seguiremos haciendo deporte con gimnasios virtuales, como ahora? Y qué decir de los teatros, cines y “salir de fiesta”, ¿se seguirán celebrando los “vinos virtuales” o las “fiestas virtuales”?

En cuanto a las relaciones, ¿seguiremos chateando con nuestros amigos todo el día? ¿Se han potenciado las relaciones familiares? ¿Cuántas separaciones se han producido estos días? O al revés, ¿cuántas reconciliaciones se han producido?

El turismo. ¿La gente seguirá yéndose a destinos lejanos? ¿O se quedará cerca por si vuelve a pasar otra vez una pandemia? ¿El concepto de “Benidorm” es perdurable en el tiempo?  

No sé qué nos deparara el futuro, pero lo que sí estoy seguro es que en España seguiremos saliendo de bares, aunque a lo mejor de otra manera, dependiendo de la tecnología. Y ésta, es global. ¡No seamos provincianos!

Miguel Ángel Delgado – Director de MPG y BOARD en Cirugía